Fue mi cuerpo leño ardiente
en las llamas de tus besos,
fue tu flama que encendía
poco a poco los deseos.
En la entraña de mi tierra
tú dejaste tu semilla,
recorriendo sin lìmite tu cuerpo,
gota a gota te fui bebiendo.
Los ocasos encendieron
el mas rojo de los fuegos,
transpirados...enredados
en el mas dulce de los juegos.
Esparcidas por el piso nuestra ropa,
testigo mudo de nuestro encuentro,
hilbanabamos la noche y la mañana
aunando el sentir de nuestros cuerpos.
Clavaste la lanza una y mil veces,
desahogando mis gemidos mas intensos,
solte amarras en el puerto de tu cuerpo,
levaste velas en mis mares, en el centro.
Fluyo como el fuego libre y fuerte,
la intensa pasiòn devoradora,
tu carne y la mia desoyeron
el llamado que nos dió la aurora.
Dejamos que el incendio continuara,
para apagarlo nos sobraba tiempo,
en fuerte llamaradas nos quemamos
rociandonos con el nèctar de los sueños.
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lindo poema... ahora te sigo y me encanta tu toque poetico... espero y tu tambien me visites.. besos
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