Enredada en tu cuerpo
comienzo el camino
que me lleva de tu mano al paraíso.
Esparcen tus manos
caricias en mi espalda,
dejas que las mías
lo mismo hagan.
Tu espacio comienza
a llenarse de vida,
mi fruto te espera
en tu arremetida.
Me aferro a tus cabellos
como un jinete
que cabalga libre,
si miedo a caerse.
Es tu martillo un golpe certero,
que da en el blanco
de todos mis anhelos.
Es mi cuenco lleno
de mieles y sales,
que te bebes de un solo trago.
Es la cresta de tu ola
donde yo me subo,
siguiendo el ritmo
de las aguas y su rumbo.
Antes que el ocaso desmaye la tarde,
dejo que mis labios se posen muy suaves
en tu cántaro lleno
de vida salvaje.
Arrecia la furia
de un vendaval,
me arrastra...me dejo llevar...
en ese momento , justo y preciso,
me deposita en tu paraíso.
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