No dejéis que las sombras desmayen
en el púrpura manto senil.
Escuchad esos ecos lejanos
que anuncian el devenir.
No temáis el espacio circundante
que abarca el espíritu infeliz,
dejad que cual cabriolas retornen
los ímpetus que hoy veis partir.
Soltad al viento esas gemas
que de tus cielos comienzan a surgir
congelando el hemisferio de tu pena.
Mirad tu entorno y veréis
que encontrasteis la manera
de decir simplemente: te quiero...
sin romper el silencio.
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